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Mostrando entradas de 2017

Éxtasis

Entrelazó los dedos con de sus manos con un movimiento que denotaba sutileza. Poco a poco fue deslizando con vehemencia hasta concretar la toma de sus manos. Se enjugó los labios y los acercó lentamente hacia el cuerpo de su compañero, seguía con la mirada los pequeños puntos negros que estaban distribuidos a lo largo de su cuello. Comenzó a contarlos. Llegó hasta el trece, quiso continuar, pero algo se lo impidió:   –   Perdí la cuenta- Dijo ella. Se arregló el pelo con un movimiento sutil de manos y comenzó de nuevo justo como la primera vez; hundió suavemente sus labios en la boca de él, fueron más de 5 segundos, se desprendió, tomo aire y después de arremeter con calma sobre su cuello, le mordió los labios.  Creyó escuchar un pequeño quejido. -       – Lo siento. – murmuró. Los dedos de ambos dejaron de entrelazarse, ella se colocó encima de él y una vez ahí comenzó a desnudarse con una sonrisa de complicidad. Deslizó la blusa por su torso blanquecino y una vez se hubo

CIcatriz.

La casa estaba en silencio, el corredor hecho un desmán. Las paredes desprendían un olor a madera vieja y estaban chamuscadas. Dentro. El humo era denso, había estado despierto todo el tiempo ¿Cómo no pude percatarme que la casa se incendiaba? Me increpé. No, respondí, si me había dado cuenta. Era solo que quería que pasara de este modo. Ahora tenía que salir de aquel lugar. El corazón me palpitaba, los músculos se me tensaron, apenas podía respirar. Las llamas ya alcanzaban la habitación contigua, minutos antes, el vecino del 22 había venido por mí. Gritó con todas sus fuerzas, pero yo no me moví, volvió a gritar y justo cuando había decidido entrar a por mi. Desistió, me estaba mirando a los ojos. Lo que vio le asustó, parecía ser que disfrutaba. Yo estaba sentado en medio del cuarto, las llamas empezaban a consumir la cortina vieja, esa que tenia frutas como decoración. Miraba con estupor las llamas, tenia la cara serena. El vecino bajó, desapareció, yo seguía ahí c

El abuelo.

Desde que tengo uso de razón la muerte siempre me ha parecido fascinante. ¿La vida es el proceso de la muerte? ¿Vivimos para morir?  Preguntas más, preguntas menos.  En los últimos días he estado intentando reflexionar acerca de cómo me siento. Esta vez la muerte es real. Me ha tocado la puerta a un horario imprevisto. Yo la había visto venir, o eso creía. A menudo se sentaba por largo tiempo en el jardín que teníamos a lado. Solía mirar desde ahí a través de la pequeña ventana que tenemos. Estaba ahí, acechaba a hurtadillas. Se tomaba un poco de ese líquido transparente, que asumo, es agua. Nos veía desde lejos. Al parecer era el único que podía verle. Después de levantarme por la mañana corría rápidamente hacia aquella ventanita. Esperaba paciente a que apareciera.  En ocasiones fallaba.  Supongo que no se puede estar desocupada todo el tiempo. Entre las pastillas, el mal humor y los pensamientos diáfanos de muerte que tenía el abuelo, y que mi madre tomaba como un berri

Diez para las diez.

  Eran las 9:40 cuando Rocío salió de la habitación. Llevaba consigo una buena botella de vino, un libro de Markus Zusak y un crucifijo.   Así era ella, de las personas que llevan cosas contradictorias al mismo tiempo. O más bien que en apariencia lo son pero que no tienen absolutamente nada que ver, en alguna ocasión había entrado a un restaurante vegano portando un abrigo de piel. El lugar se volvió loco, la gente cotilleaba a su alrededor, ella tenía sus razones y no era de las personas que van a sitios intentando provocar y poco le importa realmente. Siempre se hacía preguntas en la cabeza ¿De qué trabajan los padres de las iglesias? Solía decirle a su madre cuando tenía poco menos de 8 años de edad. ¿Será que las personas se han puesto a pensar en lo que significan ciertas cosas para otras? Lo dudaba pero no podía evitar hacerse la pregunta a menudo. Sin lugar a dudas era un ejemplar de persona bastante curiosa y atípica para la sociedad en la que vivía. Todo el mundo

Recomendación: Tsuki Ga Kirei

Una amiga mía siempre suele decir que tengo malos gustos, aunque a veces he pensado que realmente solo tengo espectro de gustos bastante amplio, no negaré que en más de una ocasión me han gustado desastres televisivos, anime o libros malos, pero bien siempre me gustan porque termino encontrando algo en ellos, una historia interesante (aunque termine muriendo en el camino), un tratamiento realista o algo que me saque de mi zona de confort.  El día de hoy les haré la recomendación de uno de los animes que he estado viendo en las últimas semanas.  Tsuki Ga Kirei. A comparación de otros animes Tsuki Ga kirei es un anime original dirigido por Seiji Kishi, quién se ha encargado de otras producciones como Assasination Classroom, Persona 4 o  RE: Hamatora. Y que empezó a transmitirse el 6 de abril en la cadena Tokyo MX. Su historia es simple y cliché en muchos aspectos. Se centra en los personajes principales Akane Mizuno y Kotarou Azumi; dos alumnos de tercer año de instituto.

Recomendación: The Witness

Hay veces en la vida en la que algo llega a ti por mera casualidad a pesar de que lo tengas a la vista durante mucho tiempo, como ese libro que tiene años en tu casa pero que por algún motivo no te has atrevido a abrir. Hasta que un buen día, mientras descansas, decides darle una oportunidad a tal objeto  y terminas llevándote gratas sorpresas. Es exactamente lo que me pasó con el documental llamado The Witness. Son las 3 de la mañana y vas rumbo a casa, en tu siempre confiable Fiat rojo. Te aparcas en el estacionamiento frente al edificio de departamentos en el que vives, justo como lo has hecho tantas veces. Existen 30 metros de la puerta de tu coche a la de tu hogar. Bajas del auto y caminas un poco, de la nada alguien corre hacia ti por la espalda y te asesta dos puñaladas. A pesar de las acciones rápidas del atacante puedes sentir en la piel cada milímetro del cuchillo, el dolor intenso y la confusión. Logras gritar con todas tus fuerzas: "¡Ayuda, Ayuda, me han apuña

Reseña: Real Detective.

No están ustedes para que yo les cuente pero de todos modos lo hago. Soy de esos aficionados a los thrillers, el género policíaco y por supuestísimo a la mayoría de cosas que tenga que ver con crímenes.  Decidí poner en el título Reseña y no recomendación por dos motivos que parecen tontos pero que me permiten estar bien conmigo mismo. El primero es que no debo ser yo el que les diga que ver y el segundo por que creo que una reseña es mucho más útil a la hora de decidir que ver que una recomendación que se basa únicamente en si me gustó el show o no. Teniendo esto en claro intentaré poner de manera objetiva lo que es Real Detective y en qué se centra. Real Detective es una serie policíaca creada por Scott Bailey, Petro Duszara y Alain Zaloum y porducida por Discovery ID.  Este docudrama seriado, nos presenta casos de asesinatos  reales y los detectives que los resolvieron. Pero de lo que trata en sí no es del caso de asesinato, sino de cómo se sintieron los detective

Recomendación: Kuzu No Honkai

Poca gente sabrá, pero me gustan todo tipo de historias siempre y cuando se me hagan interesantes, y cuando digo todo tipo no me refiero a géneros, sino también a plataformas y a formatos diferentes. Desde cosas impresas, hasta productos audiovisuales.   De vez en cuando entre la maraña de cosas que veo (que he de aceptar que no siempre son de calidad, pero que me gustan igualmente por algún aspecto en particular) me topé con este anime, que también tiene manga. Kuzu no honkai, nos cuenta la historia principal de Hanabi Yasuraoka y  Mugi Arwaya, dos adolescentes japoneses (de los que casi no hay en el manga y el anime) que asisten al colegio juntos, hasta aquí nada del otro mundo ¿verdad?. Ambos son atractivos, ambos tienen cierto parecido. Salen juntos y ante las miradas externas podrían pasar por la pareja perfecta, aunque ambos ocultan algo… Están enamorados de personas diferentes. Con este plot bastante original (nótese el sarcasmo) empieza la serie.  Pero a todo esto ¿Por

El hombre de los nombres: Fugu.

“Era un día de invierno..” A partir de esa frase la anécdota que me contó nos pareció tan humana y tan increíble. Como era habitual, había llegado a su celda pasadas las 11 de la mañana. Siempre tenía el mismo ritual, despertaba a las 7 y salía a correr una o dos horas, me preparaba el desayuno al volver y después de tomarme una ducha emprendía el viaje de no menos de 40 minutos.  Mi madre confiaba poco en mí, era normal. Desde niño me había acostumbrado a la poca confianza que depositaba en todo lo que hacía. Pero es de esperarse ¿Qué clase de persona deja el un trabajo cómo médico cirujano después de 15 años con el único objetivo de escribir un libro? Sea como fuere estaba ahí, sentado de frente a aquel que la gente llamaba El hombre de los nombres.  Mi misión era recopilar esas historias; cuando lo ves de pies a cabeza lo primero que se viene a la cabeza es una pregunta ¿Por qué?   Una que al parecer tenía poco o nula respuesta para él.  Y cuando lo hacía lo único que l

Alarma Onírica.

No soy una persona de sueños. Más bien, no soy una persona que recuerde sus sueños. Hoy dormí 5 horas. Lo habitual si hubiese sido un desvelo  por jugar videojuegos o que tuviera algún compromiso por la mañana. En vez de eso escribo esto frente al monitor, me he tomado las vitaminas de todos los días y venido directamente al ordenador.  Mientras bajaba mi time lime de Facebook, el miedo me asaltó. Soy una mala persona, siempre lo he sido. “Hay peores que tú”, suele decir un amigo muy querido.  A menudo concuerdo con él, pero tan poca empatía y mucha antipatía me hace sentir raro. Nunca hubiera creído que un evento que sientes tan lejano de pronto te toca.  Hace apenas unos meses encontraba lo hermoso en aquel contacto que cuidaba de su ser querido, el acto de amor más desinteresado que he visto en mi vida. Cuidar de alguien que ni siquiera sabes si volverá para verte, para reír contigo. Y aun así mantener esa esperanza de que en algún día ella despierte. A veces entre las

La importancia de ser uno mismo.

"Estás destinado a hacer algo importante"… Esas eran las palabras que mi madre solía repetir con ahínco cada vez que nos encontrábamos en una cena familiar de carácter significativo.  Crecí en un hogar ameno donde mis decisiones eran respetadas aunque no compartidas; me costó un poco entender que mis opiniones no eran bien recibidas pero que serían escuchadas. Era una cosa rara de la que pocas personas pueden experimentar, sobre todo en su niñez. A la edad de 15 años decidí que lo que yo quería hacer era arte, no sabía cómo, ni dónde pero sabía que lo sea a lo que me dedicase tenía que ser algo relacionado con producir sentimientos con mi trabajo. Lo que sea era bueno; pensaba en un principio. Que sientan odio, repulsión, que se apenen de mi trabajo. Lo que les venga en gana pero que lo vean y que les produzca algo. Pronto aprendí que los sentimientos más difíciles de producir a nivel artístico son los de risa y los de miedo.  Por alguna extraña razón la vid