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Mostrando entradas de 2015

Mónica

-¿Has pensado en lo mucho que te quería?. - Eso no puedo saberlo. - ¿Cómo no?  Si es más que obvio. - ¿Estás completamente seguro de qué es así? - ¿De qué otra forma habría sido? La calle 21 con Amistad estaba desierta, eran poco más de las 2 am. La luna  era llena y, como pocas veces en la ciudad, el cielo estrellado podía verse desde la calle poco iluminada. Perdido entre aceras maltrechas y la poca iluminación, Jairo deambulaba entre sus penas. Un fuerte hedor etílico se desprendía de él. Entre murmuros se desprendían pequeñas palabras al azar que sólo eran comprensibles para él. -¡Mmmica!... El dolor de los recuerdos le carcomía la piel, y los sentidos se le desprendieron desde aquel instante en el que su relación con Mónica  había perecido, llevándose tras de sí recuerdos inolvidables y trayendo a su vez un sentimiento inexplicable de culpa. Mientras intentaba caminar por la calle tropezó y cayó de bruces al suelo, intentó incorporarse pero no lo logró. Una vez en

El diario del olvido...

23 de Septiembre 2017 Mérida siempre ha tenido un aire diferente cuando llueve, quizá se deba a que toda la gente se oculta y sale a relucir una parte que es muy poco vista. Aunque podría decirse que a lo mejor está sensación se  debe a la contaminación, al cambio de horario o al cambio de horizontes que tengo en este momento.  Uno nunca sabe de estas cosas, lo cierto es que la última semana me he quedado maravillado al salir y desconocer Mérida; es un poco extraño pero sucede. A menudo cuando pasan este tipo de cosas suelo tener epifanías de mi vida, cosas tan obvias que no había podido ver antes, y entonces pienso  que de alguna forma la vida me ha cambiado; frecuento menos amigos, estoy un poco más sólo. Eso en sí no es malo, y hasta a veces suele ser necesario. 7 de Octubre. 2017 Ya han pasado 6 años de aquella etapa  cuando conocí a mucha gente talentosa, maravillosa y de buen tacto, fue la época en la que más socialicé y a pesar de todo esto sentía un vacío profundo en mi

Sentimientos encontrados:

Hace unos días murió una parte mi vida, esa que de algún modo te deja estar en un lugar por demasiado tiempo. Esa de la que te acostumbras durante meses y luego como si nada se te esfuma entre las manos. Hace un año, se oye tan lejano y sin embargo no lo es, también murió una parte de mi... A menudo me pregunto cuántas partes de mi se han ido y cuántas se quedan aquí, con los míos, con los suyos, con los que aprecian, con los que se desviven, con los que simplemente son arrogantes, estúpidos y esas cosas. Dejar huella en las personas nunca es fácil, y de hecho nunca puede saberse. A menos claro está que ellas te lo digan. Ayer volvieron recuerdos del pasado, anécdotas del presente y amor fraterno. Siempre da gusto ver a las personas que quieres y saber que les sigues importando a pesar de todo, a pesar de las peleas, a pesar de la terquedad. Se levanta como una ola gigantesca y te arrastra consigo, a veces te resistes y otras, como esta vez te dejas llevar. Estando en el viaje

El día en el que atlas descansó.

Un buen día hincado entre la eternidad del manto. Atlas reflexionaba acerca de su gran labor. Llevar el cielo en sus hombros durante eones le había cansado. Se había sentido humillado cuando el gran Zeus le castigo con semejante tarea. A menudo pensaba en el día en el que, por fin, se librara de tan pesada tarea y fuera libre.  La última vez que estuvo libre Hércules cargaba el manto mientras el hijo de Japeto y Climene visitaba a sus hijas en el Jardín de las Hespérides con el objetivo de encontrar las manzanas doradas y obsequiárselas al buen Hércules. Fue en ese instante cuando presa de la libertad especuló acerca de su futuro; con astucia le pidió al buen mozo hijo de Zeus, que  cargara el manto del cielo mientras él le entregaba personalmente los frutos al buen Euristeo, sin embargo el buen titán fue timado por el semidios y pronto se vio esclavizado nuevamente a cargar con el cielo. Nadie sabe si fueron 20 o 30 eones, los otros dioses dicen que fueron más de 50. Y como s

Recuerdos de Cristal.

- Alguna vez me contaste que te atraían las niñas, ¿siempre ha sido así?- dijo Esteban mientras exhalaba el humo del habano. - Es algo extraño, sabes... Desde que tenia 13 años siempre ha sido así. Pero uno no se da cuenta de esas cosas porque está creciendo. Es decir es normal que un chico de 13 se fije en alguien de 11 o hasta de 10. Nadie hace un pancho porque sea mayor, ya sabes "son solo niños"- hizo comillas con las manos. Iván y Esteban se habían conocido cerca de 15 años atrás, ambos estaban en el bar El Guacamayo, uno había roto con su novio. El otro solía visitar el bar los viernes por la noche. Ese día llovía, era como la escena cliché de una mala película de drama. Iván caminaba solo por la calle 22. El agua le había deshecho el peinado y el cabello le caía en la cara de un modo grotesco, sin embargo él no le tomaba importancia. Estaba demasiado ocupado pensando en Daniel... Su ex, ese que le prometió salir del closet para casarse en el extranjero y lue

Amitónos...

Siempre me he preguntado acerca de lo tolerante que soy con las personas. O de lo insensible que  me he vuelto.  Quizá son cosas que perdono a la gente que conozco porque bueno... La quiero, y por supuesto, la conozco. En varias ocasiones me he encontrado hablando de casos hipotéticos acerca de elecciones morales y éticas. Cosas que no son fáciles de digerir.  Cosas que en algunas circunstancias le reprocharía a varias personas pero no a mis amigos.  Nunca he creído tal cosa como que las personas son buenas o son malas, siempre he hablado de los matices, de los distintos tonos de azul que tiene una persona hasta que se vuelve morado... o turquesa o cualquier otra tonalidad. Bueno lo mismo sucede con mis amigos. Sus elecciones sobre qué droga consumir y en qué cantidad no son cosas en las que debería entrometerme pero es normal que, cuando quieres demasiado a una persona, termines haciéndolo. Mucha gente podría pensar que me llevo con unos drogadictos, pero les puedo decir

La confusión Pt1.

- ¡Corre! Un grito se escucho por encima de todo, los oídos le retumbaban, todo daba vueltas. Se levantó sobresaltado y sin saber dónde estaba. Intentó correr pero trastabilló, como pudo logró poner una mano sobre el muro y se incorporó dirigiéndose por el pasillo angosto hacía el vestíbulo. El pitido continuaba, la visión era borrosa. Lo único que podía recordar era el sonido de un estruendoso de un cañón, el de un arma. Luego oscuridad. Se detuvo por un instante y se tomó de la cabeza, cerró los ojos para concentrarse. Un nombre le vino a la cabeza... ¿Travis?¿Quién era Travis? Miércoles 22 de septiembre de 2043 6:35 am. El teléfono sonaba desde las 6:30 pero no fue hasta cinco minutos después que él atendió. Antes la contestadora había sonado pero quien llamaba no había dejado mensaje alguno. No fue hasta el tercer intento cuando por fin descolgó el auricular. - ¿Bueno?- La voz grave a otro lado del teléfono sonaba diligente-  - Tenemos un pedido que quer

Reflexiones de un sábado en la mañana

Uno extraña eso de dormir sus horas... Comer y dormir son los dos placeres más disfrutables de la vida,  porque de alguna forma lo hacemos todos los días.  Nunca había extrañado dormir en toda mi vida, y eso ha sido porque siempre he dormido lo que se requiere o lo que he querido. Mi situación actual me permite disfrutar un poco más de los dos placeres.  Es bastante curioso, porque es íntimo y efímero... Más la comida que el sueño. Yo creo que dejar que alguien más te vea dormir en tu habitación (a veces uno no puede evitar hacerlo mientras va hacia su trabajo, su escuela etc) y dejar que alguien te acompañe en la mesa son muestras de amor, cariño y confianza. Y tanto el sueño como el hambre, recuerdan a todos que somos humanos, que tenemos necesidades básicas y que de alguna manera les estas mostrando a esas personas en tu mesa, o que dejas entrar a tu cuarto mientras duermes que no eres invencible. Déjenme decirles que no cualquiera se atreve a mostrarse vulnerable, no c

Yo y el mundo de los nosotros.

Recuerdo que alguna vez hablamos sobre lo poco empático que encuentro que los saludos sean génericos.  Son tan vacúos, son tan impersonales, son tan carentes de sentido (y no porque no lo tengan, sino porque lo han perdido).  "buen día", "buena noche", "¿Cómo estás?"... Se me hacen tan simples, tan insignificantes, supongo que con el tiempo la gente se ha ido acostumbrando tanto a estas expresiones que "cualquiera" pregunta ¿Cómo estás?, y la respuesta automática es un bien, ¿y tú?. A pesar de que me caga demasiado, no puedo evitar repetir los patrones de convencionalismos cuando la cosa es al revés. Digo, creo que no es sencillo decirle a alguien que pregunta ¿Cómo estás? un "Bueno, pues realmente me siento extraño, tengo miedo de cagarla una vez más. Me siento como la mierda pero tengo que fingir cuando las personas me preguntan acerca de esto porque no cualquiera se atrevería a escuchar cosas que de verdad no quiere escuch

Entrada Random

Escribo esto desde la comodidad de mi cuarto, no sé quién leerá. Pero encima quiero decirle al lector (sí es que alguien lee esto) que hoy escribo para mi. Escribo para mi porque he olvidado muchos proyectos pasados, muchos anhelos, muchas esperanzas. Porque me intriga y tengo miedo de ser adulto. Porque de hecho el crecer es la parte que menos me gusta sobre la vida. Bueno tal vez no es crecer en sí, sino obtener más obligaciones de las que no me siento apto de cumplir. Debe ser porque me gusta mi vida tal y como es. Me gustaría dejarlo todo en este instante y perderme en la eternidad haciendo lo que hago en este momento. Sé que eso no es lo correcto; pero de vez en cuando hay que ser egoístas. Me gustaría estar aquí y así por lo menos unos 10 años más. Sin exigencias, sin despilfarros, simplemente yo haciendo lo que me gusta.  Escribiendo más, leyendo más, escuchando más historias, viendo más historias, inventando más historias... en fin ya saben de qué va. No recuerdo cuando fue l

Sobre "ella".

Saben lo difícil que es darse cuenta que escribes para alguien... Más bien debido a alguien, es extraño, pero cuando llega sin duda es visceral. Te carcome y te destroza al mismo tiempo. Las venas de la frente se te saltan, las pupilas se dilatan, la mente se abstrae y tú nisiquiera te das cuenta, en cambio sólo tecleas lo más rápido que puedes intentando sacar de tu mente aquellas frases que piensas que son las correctas.  Cuando relees entiendes ese sentimiento, esa modo en el que la estimabas (en mi caso era una mujer), la forma en la que pensabas que eso era de alguna forma liberador. Después de un tiempo de vaciarte de todo; memorias, pláticas, salidas étcetera, Caes en una especie de revelación; ésta te lleva a releer todo lo que habías escrito, en cada línea, cada pausa, cada punto, cada espacio ves algo que en un principio sabías que estaba ahí pero que ocultas sabiamente para mantener el anonimato de tu musa... Y aún así después de releer entiendes el por qué, man

El placer de volver a ser yo...

Me quedé pensando seriamente; esto sucedió en algún día de la semana pasada. Me cuesta recordar si era martes o viernes, aunque a decir verdad es algo sin importancia. Sentado ahí miraba el reloj como si la vida dependiera de eso, sin aviso alguno sentí un ligero cosquilleo que iba subiendo por mi pierna izquierda, fue rápido y pausado... 1... 2... 3... Introduje mi mano izquierda en el bolsillo del pantalón, busqué con desesperación; la vibración continuaba.  Mis dedos rosaron el marco de plástico, yo la tomé con precaución y halé, miré hacia la pantalla.   Un número repentino apareció en la pantalla de 5 pulgadas, con desconcierto contesté a la llamada: -Bueno? -¿Bueno, Didier? La voz resonó en mi mente, la sentí cálida pero seria, familiar pero distante. Mi interlocutora era una mujer. - Sí, ¿qué pasó? Aquella voz me sonaba de algo ¿De qué era?, intentaba recordar pero simplemente no sucedía. Pronto obtendría respuesta... - Soy, Gabriela... Al oír aque