Saben lo difícil que es darse cuenta que escribes para alguien... Más bien debido a alguien, es extraño, pero cuando llega sin duda es visceral. Te carcome y te destroza al mismo tiempo.
Las venas de la frente se te saltan, las pupilas se dilatan, la mente se abstrae y tú nisiquiera te das cuenta, en cambio sólo tecleas lo más rápido que puedes intentando sacar de tu mente aquellas frases que piensas que son las correctas. Cuando relees entiendes ese sentimiento, esa modo en el que la estimabas (en mi caso era una mujer), la forma en la que pensabas que eso era de alguna forma liberador.
Después de un tiempo de vaciarte de todo; memorias, pláticas, salidas étcetera, Caes en una especie de revelación; ésta te lleva a releer todo lo que habías escrito, en cada línea, cada pausa, cada punto, cada espacio ves algo que en un principio sabías que estaba ahí pero que ocultas sabiamente para mantener el anonimato de tu musa...
Y aún así después de releer entiendes el por qué, mantiene esa esencia, mantiene esa parte de ti, es satisfactorio, es catártico, es simplemente tuyo.
De repente te invade un placer que te lleva a escribir, aunque en un principio prometiste jamás volver a escribir sobre ella.
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