- ¡Corre!
Un grito se escucho por encima de todo, los oídos le retumbaban, todo daba vueltas. Se levantó sobresaltado y sin saber dónde estaba.
Intentó correr pero trastabilló, como pudo logró poner una mano sobre el muro y se incorporó dirigiéndose por el pasillo angosto hacía el vestíbulo.
El sonido del teléfono muerto invadió sin previo aviso. Ahí estaba aquel hombre grande y musculoso, de tez morena y de poco más de 1.90 de estatura. En su cara se acumulaban las marcas de guerra, una cicatriz bajo el ojo izquierdo producto de una pelea durante su primer trabajo, aunque la experiencia había sido algo desagradable guardaba esa marca con gran cariño.
Se levantó de la cama y fue hacia el gran espejo que tenía en su armario, se miró el rostro, y bajó el dedo índice por la gran nariz aguileña hasta tocar la pequeña marca en la cara. Suspiró para sí.
Del armario sacó unos pantalones oscuros, una camisa lisa y un saco de traje. Acomodo todo de manera prolija en el borde de la cama, luego sacó una toalla del cajón y entró al baño.
La habitación estaba adornada con losas de mármol y un bonito cancel de aluminio, el lavabo era de una piedra porosa que no pudo identificar, pero estaba adornado con pequeñas piedras de color negro incrustadas al rededor. La llave, de forma poco convencional, parecía estar bañada en oro aunque en realidad sólo era dorada. Colgó la toalla blanca a un costado de la puerta principal y despojó de los ropajes para bañarse.
22 de septiembre 2043 7:15 am
Salió del baño con una toalla a la cintura, tomó la ropa del borde de la cama y comenzó a vestirse con cuidado.
- Edificio Arlington, debe estar cerca de aquella pastelería.
Se abrochó los botones de la camisa con limpieza, sin errar en ninguno, agarró el pantalón e introdujo la pierna izquierda, luego la derecha. una vez dentro se deslizó suavemente se lo ajustó a la cintura y se colocó un cinturón de piel. tomó las calcetas de color negro y se las puso en los pies. Luego se calzó los zapatos de charol. se acomodó el cuello de la camisa y luego se puso el saco.
Miró hacia a su alrededor, inspeccionó las paredes como si buscara algo que no debería estar ahí; se acercó al borde de a cama y se arrodilló, metió la mano izquierda bajo la cama y sacó un pequeño portafolio.
Abandonó la habitación cerca de las 8.
Un grito se escucho por encima de todo, los oídos le retumbaban, todo daba vueltas. Se levantó sobresaltado y sin saber dónde estaba.
Intentó correr pero trastabilló, como pudo logró poner una mano sobre el muro y se incorporó dirigiéndose por el pasillo angosto hacía el vestíbulo.
El pitido continuaba, la visión era borrosa. Lo único que podía recordar era el sonido de un estruendoso de un cañón, el de un arma. Luego oscuridad.
Se detuvo por un instante y se tomó de la cabeza, cerró los ojos para concentrarse. Un nombre le vino a la cabeza... ¿Travis?¿Quién era Travis?
Miércoles 22 de septiembre de 2043 6:35 am.
El teléfono sonaba desde las 6:30 pero no fue hasta cinco minutos después que él atendió. Antes la contestadora había sonado pero quien llamaba no había dejado mensaje alguno. No fue hasta el tercer intento cuando por fin descolgó el auricular.
- ¿Bueno?- La voz grave a otro lado del teléfono sonaba diligente-
- Tenemos un pedido que queremos que lo recojas.
- Tendrán que enviarle el trabajo a alguien más.
- No entiendes, tienes que ser tú, Travis te está esperando.
- ¿Tienes la dirección?
- Avenida Florencia, edificio Arlington, apartamento 922.
- ¿Algo más que deba saber?
- No... Eso es todo por el momento.
El sonido del teléfono muerto invadió sin previo aviso. Ahí estaba aquel hombre grande y musculoso, de tez morena y de poco más de 1.90 de estatura. En su cara se acumulaban las marcas de guerra, una cicatriz bajo el ojo izquierdo producto de una pelea durante su primer trabajo, aunque la experiencia había sido algo desagradable guardaba esa marca con gran cariño.
Se levantó de la cama y fue hacia el gran espejo que tenía en su armario, se miró el rostro, y bajó el dedo índice por la gran nariz aguileña hasta tocar la pequeña marca en la cara. Suspiró para sí.
Del armario sacó unos pantalones oscuros, una camisa lisa y un saco de traje. Acomodo todo de manera prolija en el borde de la cama, luego sacó una toalla del cajón y entró al baño.
La habitación estaba adornada con losas de mármol y un bonito cancel de aluminio, el lavabo era de una piedra porosa que no pudo identificar, pero estaba adornado con pequeñas piedras de color negro incrustadas al rededor. La llave, de forma poco convencional, parecía estar bañada en oro aunque en realidad sólo era dorada. Colgó la toalla blanca a un costado de la puerta principal y despojó de los ropajes para bañarse.
22 de septiembre 2043 7:15 am
Salió del baño con una toalla a la cintura, tomó la ropa del borde de la cama y comenzó a vestirse con cuidado.
- Edificio Arlington, debe estar cerca de aquella pastelería.
Se abrochó los botones de la camisa con limpieza, sin errar en ninguno, agarró el pantalón e introdujo la pierna izquierda, luego la derecha. una vez dentro se deslizó suavemente se lo ajustó a la cintura y se colocó un cinturón de piel. tomó las calcetas de color negro y se las puso en los pies. Luego se calzó los zapatos de charol. se acomodó el cuello de la camisa y luego se puso el saco.
Miró hacia a su alrededor, inspeccionó las paredes como si buscara algo que no debería estar ahí; se acercó al borde de a cama y se arrodilló, metió la mano izquierda bajo la cama y sacó un pequeño portafolio.
Abandonó la habitación cerca de las 8.
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