"Estás
destinado a hacer algo importante"…
Esas eran las palabras que mi madre solía repetir con ahínco cada vez que nos encontrábamos
en una cena familiar de carácter significativo.
Crecí en un hogar ameno donde mis decisiones eran respetadas aunque no
compartidas; me costó un poco entender que mis opiniones no eran bien recibidas
pero que serían escuchadas. Era una cosa rara de la que pocas personas pueden
experimentar, sobre todo en su niñez.
A la edad
de 15 años decidí que lo que yo quería hacer era arte, no sabía cómo, ni dónde
pero sabía que lo sea a lo que me dedicase tenía que ser algo relacionado con
producir sentimientos con mi trabajo.
Lo que sea
era bueno; pensaba en un principio. Que sientan odio, repulsión, que se apenen
de mi trabajo. Lo que les venga en gana pero que lo vean y que les produzca
algo. Pronto aprendí que los sentimientos más difíciles de producir a nivel
artístico son los de risa y los de miedo.
Por alguna extraña razón la vida me había enseñado que esos momentos de
lucidez e ingenio en los que cuentas un chiste, no son igual de eficaces a la
hora de retratarlo en el lienzo o de hacerlo en una película. ¿Por qué esas
situaciones cotidianas son las que más cuestan?
Hasta el
día de hoy sigo sin saber las respuestas de esa interrogante. A menudo pienso en que hacer que sientan algo también es ambiguo, no se puede no sentir. Y que debería al menos tener una idea de cómo quiero que el público reaccione ante mis trabajos, pero en esencia sigo pensando como aquel chiquillo de 15 años, lo importante no es lo que yo quiero que sientan sino cómo se sienten los espectadores cuando ven mi obra.
Volviendo a
lo de la frase del principio. Algo IMPORTANTE….
¿Importante cómo? Es algo muy ambiguo, justo como hacer arte. ¿Qué es
importante? ¿Qué es arte? ¿Importante para quién? ¿Estético para quién? A veces es igual de importante un Rembrandt,
con la maestría de las sombras y los rostros, que un Warhol que pinta una sola
lata de sopa. No sé si me explico.
Siempre
pensé que mi manera de hacer algo importante era hacer sentir algo al
espectador, lector o receptor de mis obras; lo especial de este tipo de
importancia es que nunca estás seguro de cuándo lo has logrado. Aún hoy a mis 78 años, sueño con el día en el
que alguien llame a mi puerta, de recibir una carta, un correo, un mensaje de
texto… Algo que diga que en algún lugar, a alguna hora y durante un instante;
mis palabras, pinturas, guiones o actuaciones tocaron a alguien.
Me gustó el final porque pensé que hablabas sobre ti mismo y luego me llevé la sorpresa de que era un relato literario. Definitivamente tienes razón en eso de las obras, el ojo que mira es el que da un significado. Creo que lo que hace importante a una cosa, es que otra cosa no lo tenga, ese algo único, ese no sé qué que tiene pero qué te hace sentir algo.
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