Cuando no queda más que caminar hacia la puesta del sol, cuando no hay nada más que cantar a todo pulmón, cuando no hay nada más que pensar en esas personas que hicieron tú vida feliz. Cuando no hay nada más que pedirle un beso y un abrazo a alguien. Cuando no hay nada más que escribir en una laptop hasta poder evocar remembranzas.
Eso es lo que pienso ahora. La curiosidad es mi aliada y el olvido mi enemigo, curiosamente va ganando, no porque sea muy buena en lo que hace sino porque la curiosidad es cada día más exigente.
Un día sólo se preocupa por comprender una pequeña parte en el proceso de la vida y al día siguiente, ya entendiendo lo primero, pretende comprender la vida misma. Es entonces que, para apoyar a la curiosidad, aparece el recuerdo.
El recuerdo por su parte, tan enigmático, tan evocador, bonito si se lo piensa, pero también torturador, es la magia de guardar y captar todos aquellos momentos gratos, los no tan gratos, los gustos, las expectativas, los amoríos, los desamoríos, los amigos, los enemigos, los conocidos, las observaciones, el amanecer, el anochecer, el invierno, el verano, los cumpleaños, el aniversario, los funerales, las travesuras, las costumbres, las metas, las decepciones y un sinfín de rasgos que definen de algún modo el pasado de alguien.
¿Qué tan torturador puede ser un recuerdo? Bueno… Eso depende de la historia de vida de cada quien. Pero si algo puedo decirles es que en ocasiones el olvido es un aliado, que sólo en la medida en la que logramos descubrir por qué nos parece un aliado comprendemos en realidad de que se trata de un enemigo muy poderoso, capaz de eliminar recuerdos, que malos o buenos, siempre son un reflejo de lo que somos.
El recuerdo, entonces, no sólo nos dice quien somos, sino también quien éramos y hasta cierto punto quién no queremos ser e incluso cómo es que dejamos de ser eso que queríamos ser; un embrollo complicado lleno de confusiones y emociones pero que al final del día nos conmueve, nos hace perpetuar toda una vida en tan contados momentos que pareciese tan fácil volver a vivirlos.
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