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Luna Llena


La silenciosa, pero tranquila, noche estaba llena de paz. Las estrellas en el cielo parecían acercarse hacía la tierra, mientras la luna resplandecía como un gran faro que guiaba, en vez de barcos, a los amantes de la naturaleza quienes se deleitaban al ver el magnífico espectáculo. Junto al jardín estaba él, tan sereno y pensante. Tomó su pistola y se dijo a sí mismo:

  -Es sin duda una buena noche para morir-

Salió del jardín, ocultó el arma y caminó sin rumbo fijo. Lo único que pasaba por su mente eran todos esos momentos en los que había sido humillado por esas personas que se decían tolerantes. Avanzó hacía una calle amplia, delante de él los árboles de las entradas obsequiaban una vista nada despreciable. A pesar de haber transitado cientos de veces por esa calle, esta vez era diferente. Pasó frente a la casa de la señora Hernández, ésta le saludo cordialmente:

-Buenas noches vecino- Él sólo la miró, le dedicó una sonrisa y siguió caminando.

Justo cuando dobló por la esquina más cercana se encontró con José, uno de los bravucones de la escuela, José lo observó y le dijo:

-          ¿Qué haces por aquí imbécil?!- Preguntó con evidente desprecio.

Sin mediar palabra alguna, el desconocido sacó el arma, y en un rápido movimiento acertó dos disparos a la cabeza. El cuerpo del joven José cayó estrepitosamente al suelo. El muchacho, ahora convertido en asesino, esperó unos segundos y después de asegurarse de que estaba muerto, siguió con su camino.

Un sentimiento de poder y autoridad inundaban ahora la cabeza del asesino; por primera vez en su vida sentía el control suficiente como  para deshacerse de cualquier o cualquiera que representara un problema. Pronto se encontró en la esquina del bar local más antiguo del lugar, pese a que era el longevo en aquel sitio la gente que solía ir era realmente poca. Miró por arriba y recordó el nombre del bar, se le hizo demasiado curioso que el lugar se llamara “La Luna Llena”.

-Como la de está noche-  pensó en voz alta.

Los clientes podían contarse con los dedos de las manos. Eran aproximadamente las11 pm cuando se dirigió a la barra y pidió un tequila, al lado izquierdo de él un hombre bebía. Mientras esperaba su tequila el asesino le preguntó:

-¿Nunca ha sentido que en cualquier momento puede morir?-El hombre volteó hacia el desconocido, suspiró y contestó:

  -Es raro, pero la gente no se pone a pensar en eso.  Sabes, hoy cuando salí de mi casa hice algo que nunca había hecho antes… Les dije a mis hijas lo mucho que las amaba. Aun no se por qué lo hice, pero si muriera hoy no me sentiría para nada mal.-

El bar tender sirvió el tequila del desconocido, éste tomó un poco del trago, volteó y siguió con la charla casual:

-Estoy seguro que tienes un lugar asegurado en el cielo- 

Acercó la mano derecha hacia su bolsillo y miró a su alrededor. El bar parecía Vacío, salvo por el hombre de su lado, el bar tender y una pareja que estaba situada justo detrás de él. Sacó el arma y sin previo aviso dedico una ronda de 10 disparos; 2 se impactaron en la zona media del hombre, un vertiginoso giro de su cuerpo le permitió dar en la cabeza y el pecho  con 3 balas al bar tender. La pareja de atrás intentó correr pero fue demasiado en tarde, en cuestión de segundos 5 balas más acrecentarían el número de decesos.

Cuando hubo terminado bebió lo que quedaba del tequila y recargó su arma. Solamente le quedaba una parada, la casa de cierta joven que le había rechazado en varias ocasiones. Salió de prisa y se dirigió un par de cuadras más, dobló hacía su derecha y  pudo ver a distancia la casa de aquella chica cuyo nombre daba vueltas en su cabeza: “Pilar, Pilar, Pilar” se encaminó hacia la puerta. Y tocó con esmero, pronto obtuvo su respuesta. La puerta se abrió y ahí estaba Pilar.

-¡Oh! Eres tú…- Él le sonrió y preguntó con educación:

    -¿Puedo pasar?- Ella le miró y acepto con un gesto más de hospitalidad que de confianza.

Ambos caminaron hacia la sala de estar, un mueble viejo pero en buen estado acompañaba la sala, enfrente la televisión transmitía un viejo programa de dibujos animados. Él se dirigió hacia la bella Pilar y preguntó:
-¿Alguna vez te he dicho lo bonita que te ves?-

-          Muchas veces- dijo ella con un cierto nerviosismo.

-          -Oye… quisiera preguntarte algo- La chica ya sabía que era lo que se avecinaba.

Una voz interrumpió el pensamiento del asesino. En el televisor se apreciaba la imagen de una reportera, se trataba de una noticia de última hora. Atrás de ella podían verse a los policías trabajando y justo a su derecha como levantaban el cuerpo.

-Soy Adriana Ramírez reportando desde el fraccionamiento San Esteban, hace unos cuantos minutos fue encontrado el cuerpo sin vida de un joven que han identificado como José Álvarez. En estos momentos la policía ya terminó de  interrogar a los vecinos. Al parecer una de las vecinas de este lugar llamó a la policía después escuchar disparos cerca de su casa y otra más aseguró haber visto al perpetrador. Hasta el momento no se tienen datos acerca del motivo por el cual este joven ha sido asesinado pero ya se tiene un retrato hablado.-

En la pantalla apareció el dibujo de un rostro. La nariz era un poco más alarga que la del asesino y los ojos eran oscuros y centrados, la apariencia del retrato daba más miedo que el mismísimo asesino. A pesar de que el retrato discrepaba con alguno de los rasgos del asesino para Pilar no hubo duda alguna.

-Por favor… no me hagas daño.- alcanzó a decir casi sollozando.

El asesino sacó la pistola de su escondite y le apuntó:

-Tú no lo entiendes, nunca haz sido humillada, nunca fuiste golpeada. Los demás nunca se rieron de ti. Esto es lo único que me queda por hacer. ¡Nunca me había sentido tan libre hasta ahora!-

Con el poco valor que le quedaba Pilar se acercó cuidadosamente a él, puso su muñeca encima del arma  y mientras intentaba contener el miedo le susurró.

-No lo hagas… Esto puede acabar de otra manera-

Las palabras estaban surtiendo efecto, pero el asesino recordó por qué se encontraba en ese lugar. Por fin lo decidió apuntó y disparó. Una sola bala entro por lado izquierdo del pecho de Pilar ella cayó al suelo. El asesino había terminado su tarea.

Salió de la casa y se dirigió al departamento de policía .Una vez ahí, en el cuarto lleno de escritorios, se dirigió a la única persona que vio en el departamento, el hombre viró y pudo ver al joven que se acercaba con mucha determinación. Cuando al fin pudo verse frente al hombre le dijo:

-Ya no busquen más, yo soy el asesino de San Esteban…sólo quería que supieran-

El policía no dio crédito a lo que sus oídos escuchaban, el asesino sacó su pistola y le dijo:

-Dígale a los papás de Pilar que lo siento mucho.- Y diciendo esto se apuntó en la cabeza y accionó el gatillo.

Los años han pasado desde aquel día mortal en San Esteban. La gente ha hecho todo tipo de leyendas urbanas acerca de la luna llena y el asesino. En cuanto a lo que a mí respecta, les diré lo que a todo el mundo cuando veo una Luna Llena:

-Está es una buena noche para morir.-

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