Empieza con un viaje
astral, luego de tomar mi nave espacial con rumbo a la galaxia más próxima en
busca de un conocimiento perfecto, me
veo sumergido en tráfico de pintorescos vehículos espaciales. El viaje dura
unos veinte minutos. Entre gritos,
murmullos y una vista ya acostumbrada, pero no por ello menos interesante, bajo
en la estación no.1, la cola para dirigirse hacia mi planeta es bastante larga,
aun no comprendo quien viajaría a hacia mi lugar de origen en estos momentos.
No es que sea un mal lugar, sólo que es demasiado… ¿cómo
decirlo? Temprano para ir hacia un lugar como ese. Bajo con mi traje espacial,
los aditamentos necesarios para llegar a aquella galaxia están conmigo, aunque realmente
sólo necesito dinero. Camino entre la gente aglomerada buscando un lugar para
sentarme un rato. Aquel ser verde me saluda, no puedo entender con certeza lo
que dijo, intuyo que me saluda porque
agacha la cabeza y hace una seña con sus extremidades superiores. Le respondo el saludo. Y continúo caminando
rumbo a la parada de la siguiente aeronave.
En el trayecto veo como los vehículos espaciales se mueven a través
de las cortas vías de traslado, a un lado puedo apreciar a varios seres corriendo rumbo a su trabajo, pienso por un
momento si en otra era estábamos conscientes de nuestra esclavitud y no como
ahora que, a pesar que es obvio, nadie parece darse cuenta. Sigo mi camino y
por fin luego de tres fábricas flotantes y varias tiendas de alimentos me
encuentro en la estación no. 14, pido un vehículo, ese que me llevará al
espacio dónde me aguardan las estrellas; el cinturón de Orión para ser más
exactos…
Esas estrellas inspiradoras, causadoras de miles de suspiros
robados, de miles de cuadros creados; de composiciones bellas, de pinturas
abstractas y por supuesto de letras que intentan describir lo indescriptible.
Esas que permiten imaginar, crear y recrear al antojo de un servidor, que sólo
anhela con poder tocarlas o mirarlas más de cerca.
Abordo la nave y me digo a mí mismo “Pronto estaré en el
lugar dónde suelen aparecer, sólo espero que no se escondan”.
El vehículo arranca, serán otros 20 min. Un tiempo
considerable si se aprecia demasiado la vida, sea como fuere hay que
aprovecharlo, hay que crear, hay que pensar, hay que imaginar y sobre todo hay
que vivir. Veo pasar por la ventana
junto a mi asiento varios asteroides, pronto nos acercamos a las estrellas.
Fijo mi atención buscando con esmero aquellas que me interesan.
Por instante creo haber visto una, quedo decepcionado cuando
me doy cuenta que en realidad sólo se parecen. Paró por un momento y observo el
panorama, miles de estrellas a mi alrededor, algunas son más brillantes que
otras, pero ninguna de ellas se comparan con las que busco, bajo por la espiral
de polvo de estrellas y pronto me encuentro con la primera. La que más me
asombra de todas ellas a la que llamo de la inocencia. Tiene un brillo singular
de un color azul fuerte, pronto se sumerge en mí y me proyecto en un sinfín de
ilusiones, me maravillo ante su belleza, pero quedo inmutado ante la pureza de
su ser. La luz me transmite una tranquilidad y un aire de misterio. Me pregunto
si algún día seré digno de poder alcanzarla.
La contemplo de lejos e intento un acercamiento, la luz me toca por un
momento, pero no creo estar listo así que me alejo.
Doy la vuelta y subo por la espiral, esta vez me encuentro a
la estrella del conocimiento, me siento atraído hacia ella, voy con cierto
recelo hacia ella, su luz es verde, como el verde que da vida, me ilumina por
más tiempo y me sumerjo en ella, adentro puedo ver todo tipo de cosas
interesantes, su amplia visión del mundo humano me impacta y su capacidad
crítica y abrumadora es simplemente
atrayente. Estiro la mano, por un instante puedo tocarla. Me siento complacido
y honrado de poder hacerlo. Veo apuntar su luz hacia otro lugar y comprendo, me
aparto y emprendo el regreso a casa.
Voy hacia adelante saliendo por la zona de asteroides, paso
por unas estrellas más y por fin luego de dar vuelta para evitar una colisión
la encuentro. Ahí está la tercera estrella del cinto, desconozco cual pueda ser
su poder, pero me siento atraído de una forma bastante inexplicable, la luz
roja que irradia me atrapa por un segundo. Parece estar llamándome pero no
puedo estar seguro, paso justo frente a ella, pero no quiero acercarme, me
alejo en mi nave mientas miro hacia atrás. Y mientras me pierdo en el espacio
rumbo a casa las estrellas de orión se
desvanecen en el horizonte. Mientras yo me preparo para mi próximo encuentro
con ellas.
Comentarios
Publicar un comentario