Viernes 12 de Diciembre, otro día más en el calendario. En la escuela miles de alumnos fingían prestar atención, unos cuantos tiraban las clásicas bolas de papel, otros tomaban una siesta. En las oficinas no faltaba el “compañero” que inventaba rumores para ganar puestos, el que se agandallaba con el café, el que le hacía la barba al jefe. En fin un viernes como cualquier otro. Yo salía rumbo a la escuela, como cada mañana revisé mi cartera en búsqueda de unas monedas para el transporte urbano; sin embargo lo único que encontré fueron unos cuantos centavos que eran insuficientes para pagar dicho transporte. Por fortuna aún tenía un billete de 200.Camine rápidamente hacia una tienda de autoservicio compre un café y unos cigarros. Tan pronto como me acabé el café, tomé uno de los cigarrillos y me dispuse a encenderlo cuando una voz de un joven me interrumpió.
-Disculpa… ¿tienes fuego? –dijo un joven con aspecto algo alocado, jeans rotos y barba. Con cordialidad asentí y accedí prestarle mi encendedor, luego espere unos segundos.
-Hace frío… ¿no crees? – Me dijo devolviéndome el encendedor.
-Si un poco, desde hace algunos días el frío ha aumentado – siguiendo con la conversación tome el encendedor y prendí mi cigarro.
-Sí, ya he sabido sobre estos cambios en el clima… Aarón – dijo con confianza.
-Disculpa!- exclamé un tanto sorprendido.
-¿Que no es así como te llamas?- me dijo con toda confianza.
-Sí, pero… ¿cómo lo sabes?..- él sólo sonrió y me dijo.
-Es muy fácil, tu nombre está escrito en la mochila que llevas y si te dijera…-
-¿Decirme qué? – La plática se ponía un poco extraña.
-Bueno… te contaré un secreto; tengo la certeza que me creerás pero que te costará trabajo-
-¿Un secreto?, no estoy entendiendo absolutamente nada de lo que dices… es más debo irme…- me apresuré a salir de la tienda, pero él tipo insistió.
-¡Aarón espera! Mira sólo lo diré una vez. – En ese instante pude haberlo golpeado, salir de allí o cualquier cosa menos escucharlo, pero por algún motivo, cada minuto que pasaba con el me hacía tener cada vez más confianza.
-Yo soy... ¿Cómo decirlo?... eso que ustedes los humanos llaman “Dios” – Por fin dijo casi susurrando.
-¿Dios? -una carcajada salió de mi boca, pensé en que quizás era una persona con alguna deficiencia mental o que era un adicto a las drogas.
-Se que suena irreal pero te lo probaré…- dijo con semblante de seguridad.
-¡No! ¡no! Yo creo que tu estás loco… - antes de que pudiera decir algo empezó a hablar.
¿Por dónde puedo empezar? A ya sé…Tú familia tiene 5 integrantes, te gusta mucho la música electropop, odias bailar, la chica que te gusta no te hace caso... Y por si no te haz convencido todavía… cuando tenias 4 años tu madre te vistió de payaso para un carnaval.-Tan pronto termino de decir tales cosas, me quede aún más perplejo, si bien algunas cosas podrían ser casualidades, había acertado en la triste anécdota del payaso en carnaval. Por fin después de unos minutos de asimilar la información emití una respuesta.
-Está bien te creo… Pero si puedes saber todas esas cosas de mí ¿por qué tuviste que ver mi nombre en la mochila?-pregunté intentando comprender.
-Es simple… - dijo- a mi también me da flojera, más cuando hay que inspeccionar la vida de alguien.-
-Esa es una respuesta que no me esperaba… pero aún así tengo tantas cosas que preguntarte, tantas cosas que saber…-hablé con demasiada prontitud ya que él me interrumpió.
¡No, te equivocas! – Dijo con cierta molestia- yo no soy como ustedes creen…
-¿Cómo?.. No entiendo...- En su cara podía ver como si lo que viniera a continuación fuese una explicación millones de veces antes dada.
-Mira… Yo no soy como ustedes los humanos creen… se que suena raro, pero es algo que te explicaré, el motivo por el que ustedes existen en realidad no lo recuerdo, el hecho es que desde que los creé ustedes complejizaron todo; empezaron les di todos los recursos necesarios para vivir y en un principio fueron buscando utilidades a esos recursos; empezaron a intentar conocerse a si mismos y como muchos de ustedes no encontraron la respuesta que deseaban empezaron a crear nuevas formas de realizarse. Para unos era tener dinero, para otros ser feliz, para otros tantos poseer muchos bienes y en un caso particular están los que se refugiaron en las religiones. -
-¿Pero qué no es eso lo que querías?- interrumpí con un poco de miedo y proseguí- ¿te molesta entonces que no sigamos tú religión?..-
No, no es eso- respondió- lo que trato de decir es que yo nunca ilumine a Mahoma o intercedí en alguien para escribir la Biblia. Todas esas acciones son hechas por los humanos; yo nunca he intercedido por este mundo… sino, ¿de que otra manera te explicas los conflictos bélicos?, ¿No crees que sí pudiera interceder por el mundo evitaría ese tipo de cosas?..-
-Eh… pues... Yo creí que no te metías por que querías que reflexionáramos al respecto...-
-Ese es el punto –señaló hacia mi- ¿sabes?, todas esas cosas con respecto al paraíso y al infierno me hacen reír; en primera como ya te he dicho no intercedo en este mundo y no tengo el poder sobre ustedes, ya sea para castigarlos o premiarlos… bueno... si lo poseo pero está en cada uno de ustedes. Con respecto a lo del paraíso... ¿Qué no están en un paraíso?, ¡ah! ¡Sí! Lo había olvidado, están devastando el mundo, cada vez más talan árboles indiscriminadamente, no se preocupan por cuidar el agua, tiran basura. Ustedes mismos están destruyendo su paraíso. – hizo una pausa, la cual aproveché para hablar.
-Bueno yo no lo había pensado así… pero, que no puedes salvarnos?- pregunté, la plática que estaba dando me parecía tan importante y tan sorprendente; es decir no era un científico que hablaba sobre el calentamiento global, ¡era dios el que me hablaba sobre lo que deberíamos hacer para salvar al mundo!
-Sí, si puedo… pero como ya te he dicho las acciones humanas, son las acciones humanas; es decir… ¿por qué deben tenerle miedo a alguien que tiene el poder para salvarlos?, ¿por qué no pueden simplemente ser buenos y ya?, ¿es qué acaso los humanos no pueden pensar en su propio bien? Vamos a ser sinceros estoy siendo bastante pesimista al decir que nadie piensa por su propio bien; pero son casi 6 mil millones de personas y de esos 6 mil millones, son pocas las personas que deciden hacer algo por su mundo. Unas se dedican a Plantar árboles, a ayudar a sus iguales, a tratar de hacer una mejor sociedad. Pero hay otros que rezan y juran haber ofrecido su vida hacia mí, pero en cuanto salen de la iglesia, templo etc. Talan un árbol, tiran basura, insultan a sus congéneres. Todo para que lleguen una vez cada año a que un humano diga que lo perdona en mi nombre. ¿No te parece qué es injusto?
-Viéndolo desde está perspectiva veo tu molestia- contesté.
-Bueno… sé que te estarás preguntando ¿cómo llegan entonces los humanos al camino de dios no?... ahora te daré la respuesta- me guiño el ojo- Ustedes no se han dado cuenta que su camino hacia mi, no está en temerme, rezarme y dedicarme días enteros.-
-Su camino hacia “dios” lo escriben ustedes mismos con sus acciones. Lo que ustedes definen como dios es lo que yo definiría en su mundo como un simple creador. Yo sólo los puse aquí en el mundo, su camino a “dios”-dijo con ademanes de comillas- está sus manos. No existe un solo dios en su mundo sino muchos dioses… es más son como unos 6 mil millones.-
Después de escuchar aquel discurso, por fin comprendí lo que es dios. Luego miré mi reloj y exclamé:
-¡Diablos!!! ¡Son las 9 no llegaré a clases!...-
-Dios me sonrió y dijo, disculpa el que te haya retrasado, tenía que desahogarme con alguien. Y por cierto… ¿puedo pedirte un favor?- Lo primero que pensé fue; ¿!Dios pidiéndome un favor a mi!?, aún tratando de entender dicha petición respondí.
-! Sí, Claro ¡- dije emocionado.
-Quiero que esto quede entre tú y yo- Se dio vuelta y empezó a caminar lentamente, luego se detuvo sólo para decir.
-Por cierto… se de buena fuente que tu clase de Artes visuales no se llevará acabo, tu maestro sufrió un percance con su automóvil y no llegará a tiempo -Salió de la tienda de autoservicio y pidió un aventón hacia alguna parte que desconozco.
Nunca supe si aquel tipo era en verdad dios… casualidad o no, 10 minutos después mi amigo Mario me hablaba para decirme que tenía suerte; ya que el maestro no había llegado a dar la clase.
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