Todo empieza como un recuerdo de aquellas cosas de la vida que uno ha vivido en carne propia, lo extraño del caso es que en su tiempo no pude entender lo que se avecinaba, o cuando menos cuál era el fin de toda aquella simulación.
Era el año 2001 o 2002 no lo recuerdo con exactitud, yo, un chiquillo de 10 años de edad cursaba la primaria, el panorama era demasiado optimista para todos los adultos que me rodeaban. En la escuela me creían un genio, el próximo Einstein o algo por el estilo, tenía un trato especial y no podía comprender el por qué de tantas atenciones hacia un simple niño de 10 años que el único don que poseía, por decirlo de algún modo, era entender la educación que se le había brindado de una manera más rápida que la de un niño promedio.
Todo marchaba bien por aquellos ayeres en donde sólo me preocupaba por imaginar en lo que me convertiría la mañana siguiente, o en conseguir sacarle a mi madre un paquete con luchadores de plástico, que tantas veces me acompañaron en mis aventuras.
La gente tenía depositada su fe en mi, y no es que hoy en día las haya decepcionado, es sólo que realmente creo que esperaban demasiado, sus expectativas eran tan altas que nunca había forma de mantenerlos contentos, es decir uno se esforzaba por obtener un 10 y cuando lo conseguía, se le presionaba para sacar un segundo y la cadena se hacía más grande conforme pasaban los cursos escolares.
En uno de esos días de los años perdidos entre mis recuerdos, recordé esta anécdota hace apenas unos días, apareció la remembranza de un proyecto social, el cual no entendí en su momento. Era tan simple y tan complejo a la vez. A mi maestro de 6to. grado de primaria se le ocurrió la maravillosa idea de simular una campaña electoral, para la clase de civismo, en la que se escogieron a 3 candidatos. Como era habitual por aquellas fechas , y sin extrañarme, se eligieron a los candidatos; uno de los cuales fue su servidor, representando al partido tricolor , fue por sorteo, mientras que los otros dos candidatos eran un compañero llamado Ángel, representando a los azules, y una chica de la cual he olvidado el nombre representando al PRD.
La simulación comenzó, haciendo las credenciales de elector ficticias y haciéndolas una por una en la clase, las reglas eran sencillas, se disponían de tiempos en ciertos días para dar discursos, hacer campaña y plantear propuestas para el mejoramiento de las clases y la convivencia de todos. El que no llevara su credencial el día de la votación, no tendría derecho a efectuarla y eso repercutiría en la calificación en la materia de civismo.
Es así como empezó mi incursión que duró apenas un par de semanas por el mundo complejo de la política. Los turnos para hablar ante la clases no fueron el problema, aunque nunca preparé un discurso siempre fui sincero con lo que planteaba en un principio. La presión que se había creado entre la relación profesor-alumno me ponía como el candidato favorito a ganar, cuando menos en la mente del profesor. Ángel, el candidato de oposición por excelencia (la chica pasaba totalmente desapercibida) por el contrario tenía momentos de discursos en los que parecía decir mucho y en realidad no decía nada; aprovechaba cualquier momento para dar regalos como borradores, lápices, dulces y algún otro objeto del que le ocurriera pudiera "ser útil".
En un principio no pensé en llevar algo a la escuela, lo veía como un medio innecesario para ganar, por que pensaba que el simple hecho de proponer una visión para mejorar la relación entre todos y de una política de más permisos para ir al baño y de que se nos permitiera llevar una vez a la semana la ropa que quisiéramos, sería lo suficientemente convincente como para optar a ganar.
El día de la votación llegó, el margen fue abrumador, el partido blanquiazul se había llevado casi por unanimidad las elecciones, yo sólo había conseguido un voto. La cara de mi maestro fue épica al ver que en la urna sólo había depositado un voto para mi, era el suyo.
Aquel día lo tomé como una experiencia más, más tarde comprendí que ese ejercicio explicaba perfectamente la democracia mexicana, mis propuestas no eran malas, mis discursos mucho menos, tal vez no me mostraba seguro pero nunca mentí y siempre expuse las cartas sobre la mesa. Por el contrario un par de borradores, unos lápices y unos cuantos dulces hicieron ganar popularidad al candidato de oposición, de las propuestas sólo recuerdo una... 4 días de escuela, en lugar de 5 (aunque todos sabíamos que eso era imposible),
Es lamentable saber que las cosas no han cambiado y que seguimos viviendo en el méxico de la demagogia en lugar del de la democracia, algún día contaré está anécdota ,que les comparto, a mis nietos con el único objeto de que ellos conozcan cómo conocí la democracia.
Sólo espero que para ese entonces, las cosas no sigan como cuando yo estaba en 6to. de primaria.
Yo manejaba una mafia en mi primaria y las cosas siguen así ¿Aprendí?, si pero sólo que de una manera diferente.
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