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El hombre de los nombres.

- ¿Esta es La jaula?- 

Para su conveniencia el lugar estaba vacío, sólo costaba asegurarse que fuese el sitio adecuado, tomó una pequeña nota del bolsillo donde traía una breve descripción de la fachada del lugar.  la nota rezaba : "Lugar viejo de color azul, sin letreros en la parte de arriba. Primer bloque a la derecha, junto a la pastelería".

- Sí, ¿Qué desea?-

Contestó el encargado, mientras daba la espalda al mostrador situado en la parte delantera del establecimiento. Dio vuelta y se encontró a un hombre de tez morena y nariz aguileña, de un aspecto muy elegante. Llevaba un portafolio e iba ataviado con un traje sin corbata o moño.Su aspecto elegante contrastaba con el pálido y desgastado color azul del establecimiento y la indumentaria del  encargado.

- Quiero un tatuaje- Dijo el hombre con mucha seguridad. La seguridad de aquel hombre no había extrañado al tatuador. En realidad era el aspecto de aquel tosco y agresivo el que le parecía no encajar en dicho lugar; todo apuntaba a ello. El traje, los zapatos, el fino reloj de oro. Simplemente era algo fuera de lo común.  El tatuador se preguntó a sí mismo cuáles eran las casualidades del destino que habían llevado a ese hombre hasta su establecimiento.

- ¿Ya tienes el diseño, o tienes una idea de lo que quieres?   Ya sabes, esto es permanente y si no te gusta no habrá marcha atrás-
-Sí, estoy muy seguro de lo que quiero, es sólo un nombre-
- Un nombre ¿Eh? bueno, ¿ Qué tipo de letra quieres y será un nombre muy largo o muy corto?
- Bueno el nombre es muy corto ¿ Puedo tomar eso?- Apuntó hacia el mostrador. En él se encontraba una carpeta de plástico que contenía en sus páginas fotografías de todos los trabajos hechos por el tatuador. Contempló con atención durante unos minutos y luego la dejó justo como lo había tomado.

- Quiero un nombre en letras inglesas- Sacó un papel y se lo enseño. - Justo de este modo, ¿Está bien?-
- Claro que sí, señor, no será problema estará listo entre 1 hora u hora y media- 
- Me parece perfecto- 

El  tatuador, debía tener unos 40 años de edad, se había dedicado a este trabajo por mero capricho artístico, en realidad  buscaba una forma de pagar la renta de una manera que le permitiera  disfrutar lo que hacía. Anteriormente había probado con otros trabajos pero nunca fue bueno con lo formal. Seis meses después de obtener su último trabajo, decidió autoemplearse.  Fue entonces cuando creó "La Jaula"; el nombre fue tan espontáneo que no hubo una necesidad de encontrarle un sentido especial. Además, nadie preguntaba y cuando lo hacían, los clientes eran evadidos de manera magistral por los dotes orales de aquel tatuador.

Tomó las agujas y unos tubos y los colocó en una bolsas especiales y los metió a un aparato metálico. Terminada la acción estaba listo para comenzar el trabajo.

-Ya puedes tomar asiento.- El hombre obedeció, el tatuador lo dirigió hacia un cuarto aislado con buena iluminación y con una especie de sillón reclinable. Antes de sentarse el hombre se quitó la chaqueta y se desabotonó las mangas y se las arremangó, Unas letras sobresalían de su piel en distintos tamaños y tipografías, de lejos parecía tener tatuado una historia en el cuerpo, la realidad no estaba tan lejos de ser cierta. El tatuador contempló atónito como las letras se juntaban por grupos y formaban palabras. A pesar de dedicarse al oficio nunca había visto algo como aquello, 

-¿En qué zona  va a ser?-
- Aquí en el antebrazo.-

Limpió la zona y se dispuso a comenzar con el trabajo, tomó la máquina y hundió la aguja a 2 mm de piel, y empezó el trazo limpio de la silueta de una enorme R, apenas agregó unos detalles en el contorno y luego escribió con magistralidad una E siguio el mismo procedimiento hasta terminar, cuando al fin hubo terminado continuó con una N  y finalizó con otra É el proceso le tomo una hora aproximadamente. Estaba tan concentrado en su trabajo que apenas puso atención a las pequeñas letras que invadían de un lado al otro del brazo de aquel señor trajeado. curioseó un rato ente las palabras escritas en el brazo de aquel tipo, al principio se le complicó, pero pronto pudo ver con claridad las palabras.... "Arturo, Bruno, Samanta, César"... se extraño ante aquel acontecimiento. Fue entonces cuando preguntó.

- Disculpe, si no le molesta,  ¿Por qué decidió tatuarse este nombre?-  Dijo con cierta incertidumbre. El hombre le sonrió y dijo con una voz tan segura que hizo temblar al tatuador.

- ¿Qué no así te llamas?- El hombre quedó paralizado y cayó de la silla en la que se encontrba de espaldas. comenzó a arrastrase hacia atrás mientras un miedo le invadía y le carcomía el alma. El hombre de traje tomó su chaqueta y de una de las bolsas sacó una pequeña pistola y caminó hacia el tatuador.

- René ¿no?, así es como dijeron que te llamabas- no recuerdo haber tenido algún René en el cuerpo-

René intentaba articular palabras pero el miedo que le recorría el cuerpo no se lo permitía, en un acto desesperado  echó a correr,  tropezó con el borde de un ladrillo salido del piso y cayó al suelo, mientras intentaba recuperarse el hombre de traje apuntó el arma y  habló

- Hay  que mantener una parte humana dentro de mi, siempre te recordaré como recuerdo a los otros. Fue algo que me prometí a mi mismo.- 

Un disparo fue suficiente, el trabajo ya estaba hecho, el hombre de traje se colocó la chaqueta y salió de La Jaula.


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