Un ruido incómodo inundó la habitación, David miró por inercia hacia la cama; mientras la enfermera movía la cabeza a manera de negación. Era el único que se había atrevido a estar ahí para ver el desenlace de una historia que culminaba después de 80 años.
-Ya es hora- Dijo el abuelo con serenidad, mientras la enfermera le cambiaba las presas que le habían colocado debido a la fuerte fiebre que padecía. David se acercó a la cama y se dirigió al pobre anciano que a pesar de estar enfermo desprendía un aire de serenidad y felicidad.
- No diga esas cosas abuelo, va a salir de esta. Yo lo sé-
- ¿ De veras lo crees, o sólo lo dices para que me sienta bien?-
-Abuelo, va a ver usted que se va a poner bien, si ya se ha enfermado peor y ha vivido pa' contarlo- El joven ocultaba su tristeza aunque él sabía muy bien que su pobre viejo, como se refería a él cuando hablaba con sus amigos, no la libraría.
- Mira hijo, no quiero desanimarte, yo sé que ya sabes. Además cuando uno ha vivido lo suficiente, sabe en que momento puede morir. Aunque no lo creas, puedo decir que la muerte es una vieja amiga mía...- interrumpió el relato y se dirigió hacía la servicial señorita que le había atendido duran los últimos 2 días.
-Disculpe señorita, - tosíó- ya ha hecho mucho por mi, tómese un descanso- La muchacha advirtió en los ojos de su paciente el fin y a pesar de eso sintió en ella una paz que le recorrió de la cabeza a los pies. Se secó las manos en el uniforme y se dispuso a salir, cuando las palabras del anciano le detuvieron por un instante.
-Gracias, muchacha, qué bueno que te esfuerces mucho para cumplir con tu vocación. Me da mucho gusto que tu me hayas atendido- La enfermera salió de la habitación y el anciano continuó con su relato.
-¿En qué estaba hijo? ... Ah Sí ya recordé, te decía que cuando uno lleva todos estos años vivo uno comprende más de la muerte... sobre todo cuando la ha vivido durante mucho tiempo.-
- ¿Has estado enfermo todo este tiempo?- Preguntó el joven que intentaba comprender lo que su abuelo le decía. La fiebre ya lo está haciendo delirar, pensó para sí mismo mientras recorría la habitación en círculos. Se detuvo en un instante y se dirigió hacia el lecho de su abuelo, se sentó a su lado y le escuchó con mucha atención mientras el viejo sabio le contaba.
- No, no es eso. Desde que era un niño, siempre conviví con la muerte, he visto morir a mucha gente, algunas veces te preguntas si volverás a verlas, pero cuando has visto morir a demasiada gente que quieres, te preguntas si no es un castigo de Dios... En mis tiempos en el hospital general de San Dumas, solía sentarme en mi oficina luego de atender a los pacientes que llegaban... Nunca pude recuperarme del todo de tantas cosas que vi. Créeme no es fácil, nunca es fácil... aún cuando no los conoces, la mayoría de la gente que entra a los hospitales tienen la esperanza de curarse, es difícil decirle a alguien que está muriendo. E incluso verle morir no es tan impactante y tan triste como tener a alguien diagnosticado con una enfermedad crónica... Una enfermedad que ya le ha puesto un tiempo definido a tu vida.. Aunque pensándolo bien, la vida es una enfermedad extraña de duración desconocida. La única diferencia entre esa gente y una persona normal, es que ellos ya saben cuando van a morir, de cierto modo es inquietante no saber cuando vamos a morir y cuando por fin lo sabemos nos damos cuenta de cuanto tiempo hemos vivido con la muerte...-
David, lo miró pensativo, se preguntó cómo alguien podía estar tranquilo en su lecho de muerte. Se levantó de la cama y buscó entre sus bolsillos, sacó unos chicles y se los metió a la boca. Concluyo el pensamiento en que lo sabría cuando viviera la experiencia de morir.
Comentarios
Publicar un comentario