La luna se alzaba en el cielo
alumbrando los pastos verdes, abajo la débil carretera agrietada por el tiempo
yacía bajo el resplandor de una noche que inspiraría hasta al hombre menos
artístico, la estrellas parecían bailar y moverse al ritmo del aire y la
frescura del clima invitaba a la reflexión. En medio de la oscuridad los
desgastados zapatos deportivos se arrastraban por el suelo, el sujeto vestido
con playera blanca y suéter de capucha reflexionaba. Anduvo unos cuantos
metros, y metió las manos en los
bolsillos, alzó la mirada y se regocijó con el cielo estrellado. Continuó por
la orilla de la carretera unos metros más y miró hacía lo lejos. Unas luces amarillas podían apreciarse, el joven
del suéter de capucha hizo una señal con la mano derecha pero fue insuficiente.
Carlos manejaba por la ruta 22.
Mientras conducía se preguntaba cómo alguien como él había llegado a esa
situación; solo en medio de un camino casi desierto y después de haber roto con su novia. Divagó
un rato pensando en todo el tiempo que había invertido a una relación que en
realidad nunca funcionó desde el principio. Luego de un pequeño momento de distracción y de un
disco de su banda favorita. Se permitió
relajarse. A lejos pudo distinguir una
silueta, aminoró la velocidad y cuando estuvo seguro se detuvo.
- -
Hey amigo, ¿Estás perdido?-
Aquel chico del suéter de capucha
se volteó hacia Carlos, se acercó hacía la ventanilla y le respondió.
-
-No, no estoy perdido, pero necesito un aventón-
- -
Sube, yo voy para la ciudad, además no me haría
mal tener algo de compañía-
El chico subió, saludo a Carlos y
le dio las gracias de antemano.
- -
Gracias, ¿Cuál es tú nombre?-
-
-Carlos, ¿El tuyo?-
- -
Luis, pero todos me dicen Lucho.-
Carlos aceleró y se dispuso a
disfrutar del camino, ahora tenía compañía, el chico parecía agradable, alto
moreno, de unos 20 años de edad y con una imagen bastante relajada. Carlos miró
su reloj en el estéreo del automóvil y se extrañó, eran ya casi las 2 am. La
curiosidad le mataba así que sin más que decir y para romper el hielo comentó:
-
-¿Puedo hacerte una pregunta Lucho?, ¿Qué hace
alguien caminando a estas horas de la noche, por una carretera desierta?-
- -Bueno, es una historia difícil de contar, pero
¿qué hace alguien manejando por una
carretera solitaria? Digo, está la otra vía que te lleva más rápido a la
ciudad.-
-
-Bueno, vengo de un pueblito cercano, fui a ver a
la que hasta hace unas horas era mi novia.-
- -
Lo siento, no sabía.-
-
-No hay problema Lucho, esas cosas pasan.-
A medida que se alejaban, la plática se volvía más amigable.
-
-Bueno, sea como sea, tienes un problema menos en
tú vida.-
-
-Y bueno, no me has dicho, ¿qué hacías a estas
horas caminando por la carretera?-
Lucho le miró y comenzó a
contarle.
- -
Es una historia larga, pero creo que tenemos
tiempo. Sucedió hace un tiempo, yo
conducía por esta misma carretera, un amigo y yo veníamos de una fiesta en un
pueblo cercano, estábamos muy borrachos, así que pensamos que era buena idea tomar
este trayecto…-
Carlos continuó conduciendo,
pronto llegaron a una desviación, Carlos giró a la derecha, siguió en línea
recta, mientras desaceleraba Lucho le dijo.
- -
Nos salimos del camino; cada año regreso aquí
para recordarle, me prometí eso. Así que
cada 23 de marzo camino rumbo a ese lugar-.
Lucho apuntó hacia el frente,
Carlos pudo observar un gran barranco que se extendía por unos cuantos metros,
cualquiera que cayera seguramente no sobreviviría. Sin esperar a que Carlos
emitiera alguna repuesta Lucho finalizó.
-
-Parece increíble que hayan pasado 5 años ya. Y
pensar que en esa curva fue en dónde nos
maté.-
Carlos empalideció, parpadeó y
cerró los ojos esperando que Lucho desapareciese, pero aquel ente seguía frente
a sus ojos. Bruscamente movió el volante, por mera desesperación, invadiendo el
carril contrario, un tráiler le impactó en un costado y provocó que el auto
diera vueltas y cayese por el barranco. Lucho gritó. En un momento pensó en
disculparse, pero era ya demasiado tarde. El auto se volcó y giró hasta caer al final del barranco. Los dos cuerpos quedaban faltos de alma, yacían en el tablero del auto a la luz de la luna y al vaivén de la estrellas ¿Quién pensaría que una broma costaría la vida de 2 personas.
Comentarios
Publicar un comentario