Pensar que sé cómo es, pensar que ella es como es, pensar que
la veo cada vez más seguido y pensar por fin que ya he comprendido. Parece ser
que no es así, justo cuando pensaba que sí. Sentir, desear, percibir, morir,
llorar, suspirar, sonreír. Son acciones que en ella se ven mucho mejor, tal vez tenga algo que ver con mi admiración
hacia el misterio que representa o el
hecho que me parece profundamente bella en todos sus sentidos.
Ella es así; es muy de esas…. Sí, de esas que te dejan sin
aliento, de esas en las que no paras de pensar, de esas que sonríen y te abren
el mundo, de esas que en sus ojos percibes inocencia. Pero no todo es miel
sobre hojuelas. También es de esas que son egoístas, de esas que son ególatras,
de esas presumidas, de esas reservadas, de esas que ignoran y sobre todo de esas que creen saberlo todo
porque lo han leído, pero que no se permiten equivocarse o probar cosas nuevas.
A pesar de todo lo que puede llegar a ser o de lo que es,
percibo en ella algo que simplemente me atrae, esos ojos, esas cejas, esa sonrisa, esa
inocencia. Es como si abrieras la mente
a todo el conocimiento del mundo, como si escribieses un libro de absoluta
verdad en el que cada verbo, sustantivo,
adjetivo y demás categorías gramaticales, fueran cuidadosamente estructurados
para, paradójicamente, la incomprensión misma.
Yo como el lector de dicho libro tengo la tarea de entenderla
e interpretarla, aun corriendo el riesgo de equivocarme, como si se tratase de
una lengua ajena de la cual no sé absolutamente nada, y que no únicamente debo aprender a leer, sino también descubrir
su estructura. Una vez logrado, tal vez pierda el interés o tal vez me
maraville más, creo saber cómo es, pero nunca sabré qué es.Y es así que en mis
pensamientos más profundos sólo me remiten a ella.
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