Gabriel yacía en la cama no. 10. Don José su
padre, rondaba el cuarto en espera de alguna noticia buena. Por fin después de
unas horas de espera, el doctor entro en el cuarto. Sacó unas hojas, contemplo
un rato los monitores, hizo unas cuantas anotaciones y se dirigió hacia Don José
-
-Don José.
-
-Doctor Ramírez… ¿Alguna noticia?
-
- Debo ser sincero señor, no creo que se recupere… Señor Gonzáles, la
medicina ya no puede hacer nada por él.
El tono del doctor fue demasiado serio. Don
José enmudeció por unos segundos. Su
mente ya había escuchado esas palabras, pero aún procesaba el significado de lo
que en ese momento sólo le parecía una aglomeración de enunciados. La
respuesta, casi insensible del doctor tocó a fondo los sentimientos de José, el
doctor se percató e intento suavizar un poco.
-
-Lo siento señor… pero es mi trabajo, su hijo sufrió un severo
traumatismo cráneo-encefálico, ha caído en coma y bueno, como ya le han dicho
durante los últimos 13 años. No podemos hacer nada más, Solamente esperar un
milagro.
-
-¿Milagro? ¿Qué estupideces son esas? … Yo nunca he creído en los
milagros, sí lo he mantenido así, es por mi esposa y mis dos hijas.
-
- Pues no soy nadie para juzgarlo, pero créame que sé de buena fuente
que los milagros existen. Aún así, yo no puedo decidir por los demás y sí
cambia de opinión, aquí están los papeles. ¿Supongo que sabe de que hablo no?
-
-Claro que sí… quiere mi autorización para desconectarlo.
El Doctor se marchó. Por su
parte el padre, decidido a acabar con el martirio, se sentó frente a la cama de
su hijo y lo miro detenidamente. En aquel momento no podía imaginarse que
estuviera sentado con su hijo, al que le había dedicado grandes tardes y con el
que días antes del accidente había tenido una discusión. Tomó los papeles, los
miró detenidamente y luego de pensarlo durante largo tiempo firmó. Salió del
cuarto y entregó los papeles una enfermera. Antes de regresar al cuarto se
recargo en la pared, José sabía que no había marcha atrás, pese a lo que su
familia pensará él ya había firmado.
De regreso al cuarto tomó
asiento al lado de la cama donde yacía Gabriel lo tomó de la mano y le beso en la frente. Se
preparó mentalmente para dar la noticia a su familia; cogió el celular y llamó.
El teléfono timbró pero nadie contestó, repitió la operación pero no obtuvo
resultados, intentó por tercera ocasión y como última opción dejó un mensaje de
voz.
-
Leticia espero que oigas este mensaje pronto…. Necesito que tu y las
niñas vengan para acá- Suspiró - He
firmado los papeles y lo desconectaran en 24 horas.
Don José esperó toda la noche en el cuarto de
su hijo. Habían transcurrido unas horas desde la firma de los documentos, no
podía conciliar el sueño, cogió por segunda ocasión el móvil y se dispuso a
hacer una llamada; pero el celular hizo un pitido y se apagó. Se resignó a
esperar el día siguiente.
Temprano en la mañana la madre y las hijas
entraron al cuarto, el padre las miro a los ojos y sólo pudo expresar.
-Lo siento, pero ya no podemos esperar más.-
Leticia lo miró con una expresión entre odio
y tristeza. Sus hijas no pudieron contenerse y comenzaron a llorar. Las
enfermeras y el Doctor Ramírez irrumpieron en el cuarto.
-
Ya es hora.- comentó una de las enfermeras.
Poco a poco comenzaron a
desconectar la sonda de alimentación, el respirador artificial y demás
artefactos. El doctor observó, y después de unos segundos se acercó al cuerpo y
le tomó el pulso. Se acercó hacia Don José y le murmuró.
-Ya puede llevarlo a casa.-
El doctor abandonó el cuarto,
mientras el señor Gonzáles lo observaba sin poder comprenderlo. La madre y las
hijas se abrazaron, José se acerco al cuerpo de su hijo y lo miró por última
vez y justo cuando iba a despedirse. Gabriel le tomo de la mano.
-Papá- dijo casi entre
murmullos-
Leticia y sus hijas miraron con
atención, nadie en aquel cuarto podía creer lo que estaba ocurriendo. Don José
lo miró y luego de percatarse de que no era un sueño le abrazó con todas sus
fuerzas.
-
¡Es un Milagro!- gritó una de las hijas
En un instante José se sobrepuso a la
milagrosa recuperación, y salió en busca del Dr. Ramírez, se abrió paso entre
las enfermeras y dobló a la izquierda, y pudo ver al fondo del pasillo al
doctor, continuó rumbo a él, pero una camilla le interrumpió el paso, los
enfermeros le pidieron que se apartase ya que era una urgencia. Apenas la camilla hubo terminado de pasar,
corrió hacia el lugar dónde había visto por última vez al galeno. Por fin lo
vio; justo cuando Ramírez se dirigía a la puerta de salida del hospital, y le
gritó:
-¡Esperé Doctor!
José se
apresuró a alcanzarlo, pero antes de darse cuenta el doctor se había ido. Miró
por ambos lados y por donde pudo para buscarlo con la vista pero no le
encontró. Entonces por mera casualidad miró al cielo. Arriba el cielo se
extendía formando nubes de extrañas formas y una luz agradable se desprendía de
entre ellas; mantuvo la mirada unos segundos más y entonces pudo ver una
pequeña pluma que caía con sutileza, apenas pudo, la agarró con las manos y se
preguntó si se trataba de la pluma de algún ángel. Como por arte de magia, el
Dr. Ramírez apareció y le tomó del hombro.
-¿Así
que no cree n estupideces-
- Eh…
no sé cómo explicarlo-
- Nadie
lo sabe si me pregunta le diría que es un milagro.-
Y
diciendo esto abrió sus alas y emprendió el vuelo.
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