- ¿Qué pasó con esos días en los que solía escribirle?
- Es sólo que estoy ocupado...
- ¿Estás seguro que es sólo eso?
- Tienes razón, no es sólo eso... Debe haber algo más; por ejemplo el hecho que estoy lo suficientemente contento como para escribirle...
-No creo que tenga algo que ver el ánimo... Bueno, sí. Pero ¿Cómo es eso de que se siente demasiado feliz como para escribirle?
-En todo este tiempo, 3 años para ser más exactos, me he percatado que no sirve escribir de ella cuando uno está eufórico, cuando cree que lo tiene todo a sus manos. Existe entonces una especie de confianza o engaño, no sé como describirlo. Pero puede engañar al cerebro. Las mejores cosas que he escrito sobre ella, siempre ha sido cuando estoy triste, cuando no me corresponde... Es una relación poco beneficiosa para el corazón y demasiado positiva para la escritura, mi sufrimiento ante ella me motiva a escribirle.
-¿No cree usted que es un poco raro todo ese asunto? ¿Por qué el estar triste puede ser beneficioso para su forma de escribir?. Si algo es poco saludable debe dejar de hacerse.
-Amigo mío la situación aquí no es tan distinta de ser adicto al alcohol o al cigarro, yo soy adicto a ella. Cada quién elige su veneno y el mío es uno tan dulce, tierno y a la vez fuerte que me hace perder el control en pequeñas dosis que plasmo en mis escritos. Sólo tomo una cantidad poco mortal para mi alma, luego suelto la botella de veneno, la hago a un lado y me olvido de ella por algunos meses hasta que recuerdo que es algo que me gusta hacer.
Comentarios
Publicar un comentario