Entre la oscuridad de una mañana del mes de enero se sienta bajo la luz de su pantalla. Busca en él las palabras que mejor puedan describirlo. Hace tiempo que no escribe, lo curioso del asunto es que no le ha dado necesidad de escribir... No es un bloqueo, ni mucho menos un abandono... Es sólo que en estos momentos recuerda lo que alguna vez le dijera su psicóloga: " Lo que sucede es que tienes la mente ocupada en otras cosas"...
Ya es un mes desde que no escribe, es habitual que no lo haga, pero cuando lo hace suele ser espontáneo, salvo que por algún motivo del cruel, pero sabio destino, sucediese algo que sea digno de compartirse o mínimo de hacerlo público. Las últimas tres semanas han sido distintas en su vida. Conoció a una chica por mero accidente, ha pasado muy poco en contacto con sus amigos; pero así está bien... Se siente bien... O cuando menos eso es lo que piensa.
Mañana (o en unas horas debo decir) verá a unos amigos a los que hace tiempo no ve, seguramente será muy placentero estar ahí; pero algo le dice que será un poco extraño. Se distrae un poco, se abstrae en sí mismo y logra percibir lo agradable que es estar fuera de aquella rutina. Después de todo en esas vacaciones pudo disfrutar cada instante de su tan banal rutina. Una de esas cosas de las que se había olvidado hace ya mucho tiempo.
Una manera muy extraña de comenzar un año que ni siente que empezó. Todo es tan extraño ya, no importan los días ni las horas. Mucho menos las edades... Todas esas preguntas hechas a lo largo de su joven vida quedarán formuladas para que alguien más intente responderlas, al final la vida se trata, un poco, de eso. Vale la pena formularse o reformularse algunas preguntas. Pero llega un momento en el que la mente se cansa y descubre que todas las respuestas son posibles; pero no todos estamos dispuestos a aceptarlas.
Y al final de todas estas percepciones de la mente, por fin descubre qué compartir.
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