La puerta se abrió repentinamente dejando entrever algunos rayos de luz que se colaron súbitamente. El padre avanzó, lento pero con firmeza por aquel pasillo. Miraba con serenidad hacia el frente mientras ponía las manos con las palmas juntas.
Un policía le guiaba por aquel pasillo un poco angosto y con celdas a su alrededor, de las que él sólo podía ver las grandes puertas metálicas. Escuchó con atención, nada estaba en silencio, unas pequeñas frases salían por las rendijas de las puertas.
- ¿Ya es hora de el de la 16?-
Las palabras fueron fuertes, el padre sabía lo que se avecinaba. Aún así guardó la calma. Observó con atención por encima de las puertas de metal. De un color negro podían observarse unos números deteriorados por el tiempo, a cada paso que daba el número cambiaba. Volteó hacia la izquierda mientras observaba 5...7...9...11. Se dijo a sí mismo debe estar por la derecha entonces... 12...14... El policía se detuvo justo en la celda 16, tal y como había predicho uno de los condenados.
- Aquí es, padre. Cuando esté listo, me avisa, estaré en la puerta.- dijo el policía
-Gracias, ya sé como funciona esto, no se preocupe, le llamaré si tengo algún inconveniente.-
Entró en la celda 16, un hombre de unos 90 kilos estaba sentado sobre una cama, pensativo. El padre lo miró fijamente y se preguntó qué es lo que quería aquel hombre de él. El convicto le miró con interés. El padre parecía no temerle....
- ¿Sabe usted quién soy?- dijo interesado el hombre.
- ¿Quién no lo sabría?-
- Entonces, ¿usted sabe lo que he sido capaz de hacer?-
- Claro; pero señor Matthews, si estoy aquí es porque usted lo ha pedido.-
- Tiene toda la razón Padre...- Hizo una pausa
- Padre Fernando- interrumpió el religioso.
- Bueno Padre Fernando, creo que uno necesita sacar estas cosas.-
- Cuéntame hijo ¿Qué te aflije?-
- Cómo sabrá, he asesinado a más de 12 personas...- se detuvo por un momento. Se puso de pie y prosiguió. - Tengo muy claro el por qué lo hice, pero nadie parece entender, intentar explicar esto es muy difícil. Cada una de esas personas a las que maté rogaron por sus vidas. A pesar de lo que la prensa pueda decir sobre mi, yo soy una persona justa. Tanto que siempre les di la oportunidad de defenderse.-
- ¿ Por qué me cuenta esto?- interrumpió el padre con un gesto de extrañeza.
- ¿Por qué? Simplemente es porque, por esto tenía que empezar. Debe saber también que no todo lo que se maneja en la prensa es verdad. Ya sabe como son los medios, siempre están buscando generar expectativas... Es verdad comí de aquel niño Hugo, pero lo de la violación es totalmente falso, soy un asesino; no un violador y menos de niños....- Se enjugo los labios y miro con atención al cura, el Padre Fernando no se inmutó, el señor Matthews pareció fascinado. - Parece usted muy interesado, cualquier otra persona se hubiera ido mucho antes de mencionar lo del niño, me parece bastante interesante e incluso un poco extraño que un hombre como usted este escuchando a una alma perdida como yo.-
El padre le sonrió, se llevó las manos hacia los bolsillos del pantalón.
- Llevo 30 años haciendo esto, lo he escuchado todo. No podría juzgarte, eso no me corresponde a mi, eso le corresponde al señor. De cierto modo, comprendo que quizá sé mucho más de la maldad que usted mismo.-
- ¿Cómo?- dijo el asesino poco sorprendido.
-¿Nunca se le ha ocurrido pensar que un hombre que casi no hace otra cosa más que oír los pecados de los demás no puede dejar de estar al corriente del mal de la humanidad?-
-Le entiendo perfectamente, Padre... El verdadero propósito de traerlo hasta aquí es que se siente tan bien y tan simple que alguien me absuelva de mis pecados. Después de todo parece ser que cuando uno ya sabe cuando le llegará la hora los sentimientos afloran... Siendo sinceros, no lamento todos mis actos, sólo lamento que esas personas hubieran estado en el lugar y el momento equivocados... Es todo lo que lamento ¿Sería mucho pedir que me otorgara su perdón? Quiero irme de este mundo sabiendo que hice lo justo; deseo que me perdone padre, y que le diga al mundo que pedí perdón por mis actos... A la muerte no le temo, es lo que merezco y lo acepto sin más complicaciones.-
-¿Nunca se le ha ocurrido pensar que un hombre que casi no hace otra cosa más que oír los pecados de los demás no puede dejar de estar al corriente del mal de la humanidad?-
-Le entiendo perfectamente, Padre... El verdadero propósito de traerlo hasta aquí es que se siente tan bien y tan simple que alguien me absuelva de mis pecados. Después de todo parece ser que cuando uno ya sabe cuando le llegará la hora los sentimientos afloran... Siendo sinceros, no lamento todos mis actos, sólo lamento que esas personas hubieran estado en el lugar y el momento equivocados... Es todo lo que lamento ¿Sería mucho pedir que me otorgara su perdón? Quiero irme de este mundo sabiendo que hice lo justo; deseo que me perdone padre, y que le diga al mundo que pedí perdón por mis actos... A la muerte no le temo, es lo que merezco y lo acepto sin más complicaciones.-
El padre se puso de pie, hizo una seña con la mano simulando hacer una cruz, se la pasó por la frente y a los lados del pecho, dijo algunas palabras que el asesino no pudo comprender. Sin decir ninguna otra palabra se dispuso a salir de la celda 16, cuando las palabras del Señor Matthews le detuvieron por un instante.
- Debe saber una cosa más, yo le perdono Padre, le perdono por tener estar al tanto del mal de la humanidad.-
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