Nunca me ha sucedido aquello del encuentro romántico por excelencia, pienso, más bien en lugar de afirmar me lo pregunto. Vuelvo entonces a clavar mis ojos en las letras de aquel cuentillo corto que tiene tantas razones, dice todo y no dice nada. Y en realidad lo que no dice es lo que interesa. Una de esas cosas tan extrañas que sólo adquiere sentido cuando uno lo tiene enfrente, y más aún cuando lo ha vivido. De pronto uno recuerda aquel encuentro en el barrio de Harujuku en Tokio y se desprende de él, intentando extrapolar las palabras de Murakami. "Diciendo la verdad, ella no era tan guapa... pero aun así, lo supe a 50 metros de distancia: Ella es la mujer 100% perfecta para mí". Las palabras retumban en la cabeza y se separan, como si el cerebro intentara analizar y decodificar algo que es demasiado evidente, todo lo que queda en él siempre repite la misma oración; la mujer perfecta... Entonces surge la pregunta.. ¿Existe la mujer perfect...