La puerta se abrió repentinamente dejando entrever algunos rayos de luz que se colaron súbitamente. El padre avanzó, lento pero con firmeza por aquel pasillo. Miraba con serenidad hacia el frente mientras ponía las manos con las palmas juntas. Un policía le guiaba por aquel pasillo un poco angosto y con celdas a su alrededor, de las que él sólo podía ver las grandes puertas metálicas. Escuchó con atención, nada estaba en silencio, unas pequeñas frases salían por las rendijas de las puertas. - ¿Ya es hora de el de la 16?- Las palabras fueron fuertes, el padre sabía lo que se avecinaba. Aún así guardó la calma. Observó con atención por encima de las puertas de metal. De un color negro podían observarse unos números deteriorados por el tiempo, a cada paso que daba el número cambiaba. Volteó hacia la izquierda mientras observaba 5...7...9...11. Se dijo a sí mismo debe estar por la derecha entonces... 12...14... El policía se detuvo justo en la celda...